El Premio Nobel de Física ha sido concedido a los
estadounidenses Saul Perlmutter, Brian P. Schmidt y Adam G. Riess por el
descubrimiento de la aceleración en la expansión del universo a través
de la observación de supernovas distantes.
¿Cómo
terminará el mundo?. Algunos creen que en fuego, otros creen en hielo,
pero si todo va de acuerdo a lo que plantean los galardonados con el
Nobel de Física de este año, todo terminará en hielo porque el universo
se expande a una tasa sumamente acelerada.
El
universo se empezó a expandir hace unos 14,000 millones de años, tras el
Big Bang, a partir de entonces, su velocidad de expansión se fue
reduciendo paulatinamente. Sin embargo, unos miles de millones de años
después, repentinamente todo cambió y el universo empezó a acelerar su
velocidad de expansión.
Este incremento en la tasa de expansión implica que el universo está siendo empujado de alguna manera,
pero ¿cómo?, si todo lo que vemos allá afuera son estrellas y galaxias,
quienes por su gran masa y su fuerza gravitacional deberían impedir que
dicha tasa de expansión aumente, es más, la gravedad debería atraerlas
unas a otras. Es aquí donde nace el concepto de energía oscura,
la cual se cree que conforma el 70% de toda la energía del universo y
hasta ahora la física no ha podido entenderla ni explicarla.
La
expansión del universo ya se conocía desde los años 1920’s, cuando
Vesto Slipher, Carl Wirtz, Knut Lundmark, Georges Lemaître y Edwin
Hubble lo descubrieron en el Telescopio del Monte Wilson —el más potente
de la época. Sin embargo, en el año 1998 se publicaron dos artículos
independientes con resultados similares los cuales remecieron los
cimientos de la cosmología. Saul Perlmutter, líder del Supernova Cosmology Project instaurado en el año 1988 y Brian Schmidt líder del High-z Supernova Search Team, proyecto competidor instaurado en 1994 donde también investiga Adam Riess, se pusieron a hacer un mapa del universo usando como puntos de referencia las supernovas —explosión de estrellas— más distantes.
Usando
potentes telescopios, los investigadores establecieron la distancia de
las supernovas y la velocidad a la que se alejan de nosotros, y con
estos datos, pretendieron predecir el destino del universo. Ellos
esperaban encontrar que la tasa de expansión del universo se hacía cada
vez más lenta, tal como lo habían propuesto otros astrofísicos del
pasado. Su sorpresa fue grande cuando encontraron el efecto opuesto —el
universo se expandía cada vez más rápido.
Cuando
Einstein propuso la Teoría General de la Relatividad en 1915, plantó
los cimientos de un universo dinámico —o bien se expandía o bien se
contraía. Esta inquietante conclusión llegó una década antes del
descubrimiento de la expansión del universo por Hubble y sus colegas. A
Einstein le perturbaba saber que el universo no era estático, así que
para poner un freno a dicha expansión añadió una constante a sus
ecuaciones, algo que más tarde se arrepintió y lo consideró como uno de
los mayores errores de su vida. Quién iba a pensar que con las
observaciones publicadas en 1998 por los galardonados del presente Nobel
de Física, la constante cosmológica puesta por razones equivocadas por
Einstein sería, en realidad, una genialidad.
Existen
tres formas de ver el universo: abierto, cerrado y plano. En un
universo abierto, la fuerza gravitacional de las estrellas y galaxias no
es lo suficientemente fuerte como para impedir que el universo se
expanda, se diluya, volviéndose cada vez más frío y vacío. En un
universo cerrado, la fuerza gravitacional es lo suficientemente fuerte
como para revertir su expansión, todo se vuelve a acercar y condensar
hasta formar algo opuesto al Big Bang, o sea, un “Big Crunch”. Un
universo plano es la forma más sencilla de ver el Universo, donde la
expansión se reduce poco a poco. Pero, con la presencia de una constante
cosmológica, así se considere un universo plano, la tasa de expansión
seguirá en aumento.
Los galardonados con el Nobel
de este año, en realidad, quisieron medir la tasa a la que la velocidad
de expansión del universo se reducía, pero a diferencia de los estudios
realizados en los años 1920’s, los cuales usaban un tipo de estrellas
conocidas como cefeidas para establecer las distancias y velocidades de
movimiento, los laureados usaron las supernovas porque estas grandes
explosiones estelares podían ser captadas a mayores distancias que las
estrellas, profundizando el campo de visión a lugares más recónditos del
universo. Las supernovas, en pocas semanas, pueden emitir más luz que
toda una galaxia entera.
La técnica empleada por
los equipos de investigación era “relativamente sencilla”. El truco era
comparar dos fotos de la misma porción del cielo y analizar cada uno de
los puntos brillantes que hay en ellas con el fin de encontrar
diferencias mínimas entre ellas —tan sólo un píxel de diferencia era más
que suficiente— para así identificar galaxias o supernovas que se
movían una con respecto a la otra [Figura inferior]. Los investigadores
sólo consideraron en los datos a las supernovas distantes y en base a
las imágenes les calcularon la velocidad a la cual se alejaban unas de
otras.
A
pesar de lo sencilla e inteligentes de la técnica, el proceso fue un
dolor de cabeza para los investigadores. El principal problema fue
extraer la luz de fondo de las galaxias que las albergaban, las cuales
interferían con la luminosidad propia de la supernova. Además, debían
hacer las correcciones de luminosidad porque el polvo cósmico que hay
entre la supernova y nuestro planeta las opacaba.
Finalmente,
los resultados tomados de 50 supernovas distantes mostraron que luz de
las supernovas eran más tenues de los esperado, lo que indicaría que el
universo no sólo se estaba expandiendo, sino lo hacía cada vez más
rápido. Entonces, debía haber una energía oscura responsable de
este proceso. Fue así que se reconsideró la constante cósmica propuesta
y rechazada por el mismo Einstein. Cuando Einstein la propuso,
consideraba a esta constante como una fuerza anti-gravitacional que
evitaba que el universo se expanda manteniéndolo estático. Sin embargo,
si el valor de esta constante es mayor a lo considerado previamente,
todo cambia!, y en vez de mantener todo en equilibrio, hace que la
velocidad de expansión del universo se acelere.
Pero
¿por qué en los primeros miles de millones de años de vida del
universo, éste parecía reducir su velocidad de expansión, y de pronto,
empezó a acelerarla?. Los investigadores creen que hace unos 6,000
millones de años, la fuerza gravitacional generada por la materia ya no
era lo suficientemente fuerte como para reducir la velocidad de
expansión del universo porque las distancias entre estrellas y galaxias
ya sería muy grande. Es así que en este punto, la misteriosa energía
oscura fue superior a la fuerza gravitacional, y el universo empezó a
acelerar su velocidad de expansión.
Por ahora no se sabe mucho acerca de la energía oscura,
solo se estima que conforma las 3/4 partes del universo. Por su parte,
la materia de la cual estamos hechos nosotros, los planetas, las
estrellas, nebulosas y galaxias, sólo comprende el 5% del universo, el
otro 20% es la materia oscura,
la cual también desconocemos y sólo sabemos de ella a través del efecto
que causan sobre la materia. En otras palabras, desconocemos el 95% de
todo el universo que nos rodea y gracias a los galardonados con el Nobel
en Física de este año, sabemos algo más de ese misterioso 95%.
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