1. El desastre del Mariner 1. Un fallo en la
transcripción de las ecuaciones de guiado de la pizarra al programa y,
hale, desastre al canto. En el año 1962 se iba a lanzar la sonda Mariner
1 para un viaje a Venus. El cohete que portaba la sonda despego y, al
poco, empezó a desviarse de la trayectoria. Como el sistema de
correccion manual falló, al final optaron por destruir el cohete y con
el la sonda, lo cual equivalia a una despilfarro económico mayúsculo.
La investigación del accidente determinó que el problema estaba en una fórmula escrita a lápiz que luego fue “inadecuadamente” trasladada al lenguaje informático, lo que hizo que el cohete calculara mal la trayectoria que debía seguir. El codigo era FORTRAN y el error fue este:
IF (TVAL .LT. 0.2E-2) GOTO 40DO 40 M = 1, 3
W0 = (M-1)*0.5
X = H*1.74533E-2*W0
DO 20 N0 = 1, 8
EPS = 5.0*10.0**(N0-7)
CALL EPS, IER”>BESJ
IF (IER .EQ. 0) GOTO 10
20 CONTINUE
DO 5 K = 1. 3 (cuando tenia que haber escrito: DO 5 K = 1, 3 ; una coma por un punto)...
Si se tiene en cuenta que puede haber fallos de orden la la
diezmilésima, en un viaje al espacio puede acabar en el planeta vecino
porque el error se multiplicaría. Así pues, está considerado uno de los 10 fallos informaticos mas graves de la historia.
2. Misiles Patriot. En 1991, una batería de misiles
Patriot no consiguió dar en el blanco: el resultado fue la muerte de 28
personas. El culpable, otra vez, un bug en el programa. Básicamente, el
error en la posición de un objeto en el radar tenía un error
acumulativo. A las 100 horas de operación del sistema el error era tan
grande que aunque se detectaba un objeto en el radar, no se sabía dónde
tenía que ser interceptado.
3. Mars Climate Orbiter. En 1998, el Mars Climate Orbiter
es lanzado a Marte, pero se desintegró en la entrada en la atmósfera:
la sonda pasó sobre Marte a sólo 57 km de altura, en lugar de los
140-150 previstos, quedando destruida por la fricción con la atmósfera
del planeta.. Se rumorea que fue un fallo de conversión de millas
inglesas a kilómetros.
4. El hierro de las espinacas. En los primeros
meses de la Segunda Guerra Mundial, se detectó en los Estados Unidos un
alarmante incremento de anemias ferropénicas entre los niños. Las
autoridades encargaron a un presunto experto la búsqueda de un alimento
rico en hierro para introducirlo en la dieta infantil. El comisionado
leyó en un texto científico alemán que las espinacas contenían mucho
hierro, sin fijarse en que se trataba de una errata de imprenta del siglo XIX, seguido de una de las mayores conspiraciones en la historia de la agricultura. Pero el mal ya estaba hecho.
Una gran campaña gubernamental ya se había desatado, y para apoyarla
se mandó crear un personaje de ficción: Popeye. Un marino de brazos
deformes que nació en 1929 de la pluma de Elzie Crisler Segar.
Pero la triste (para los niños) realidad era que las espinacas sólo
contienen 17 miligramos de hierro por cada kilo de verdura. Las judías
cocidas, por citar un ejemplo, llegan a los 76. Además de poco hierro,
las espinacas contienen fitatos, calcio y fosfatos, que insolubilizan casi todo el hierro, que no se absorbe y se incorpora a las heces.
5. DORD. En el Diccionario Internacional Webster
ponía que “dord” era un término de la física y la química relativo a la
densidad. Hasta que un editor notó, el 28 de febrero de 1939, que el
término carecía de raíz etimológica.
Tras una amplia investigación, se reveló que “dord” fue presentado originalmente el 31 de julio de 1931 por Austin M. Patterson, para que se leyera “D o D”, una forma abreviada de la densidad.
Estos errores pudieron tener consecuencias más o menos graves, pero no eran intencionados. Otra clase de errores son los deliberados. Pero ¿cómo es posible que alguien decida poner un error intencionado en un texto científico? Por ejemplo, para atrapar a un violador del copyright: si comete el mismo error, es que ha copiado tal cual el texto.
Por ejemplo, un libro de Arquímedes (287-212 a de
C.) contiene errores intencionados para confundir a sus competidores y
atrapar a los que quisieran hacer pasar como suyos sus postulados
matemáticos. El libro es un tratado titulado De Sphaera et cylindro (De la esfera y el cilindro). Y en Astonishing Animals (Animales alucinantes) del arqueólogo australiano Tim Flannery,
escrito en colaboración con el pintor Peter Schouten, donde se
demuestra lo extraña que puede a llegar a ser la biología de algunos
animales, se avisa que uno de los animales señalados es producto de su
imaginación.
El caso más delicado de libros tramposos tal vez sea el de The Anarchist Cookbook (El recetario anarquista), publicado en 1971 por un tal William Powell, aunque todavía hoy no se sabe con seguridad si se trata de un libro real o un engaño urdido por la CIA o el FBI.
Básicamente, el contenido del libro consta de una primera parte, en la
que se expone simplificadamente la filosofía anarquista, y una segunda
parte más amplia en la que un tal profesor Bergman
describe cómo fabricar drogas o explosivos para abrir las mentes más
aburguesadas. Y aquí está la supuesta trampa (o error, en el caso de que
el libro sea real): entre los ingredientes que enumera el profesor
Bergman hay productos o instrucciones señuelo. En primer lugar, porque
algunos de estos ingredientes son difíciles de conseguir y pueden llamar
la atención del responsable de la droguería en la que el presunto
anarquista acudirá con la lista de la compra. En segundo lugar, algunas
recetas para explosivos son tan peligrosas que parecen concebidas ex
profeso para que sea el propio anarquista el que vuele por los aires.
Por ejemplo, en el capítulo cómo fabricar TNT se indica que debe mezclarse ácido sulfúrico con ácido nítrico, cuyo resultado es un humo rojo altamente tóxico.
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