En la antigua Roma se celebraba el triunfo del Sol sobre
la oscuridad una vez al año, cuando los días comenzaban a hacerse más
largos. Desde el principio de la humanidad, los antiguos sabios sabían
lo que era un solsticio. El hecho de que la solar durante el invierno tiene menor duración que en es muy notable como para no darse cuenta.
Este fenómeno que cambia la duración del día y de la noche se debe a
la inclinación del eje de la tierra. Cada vez que la tierra gira sobre
sí misma, su eje va inclinándose levemente cada vez más. Esto hace que
tengamos un día del año que es el mas largo de todos y uno que es el más
corto.
Existen dos solsticios durante cada año. El solsticio de verano
y el de invierno. El solsticio de verano da como resultado el día más
largo del año, el que más día tiene y menos horas de noche. Esto se debe
a que la latitud del Sol se encuentra también en su máximo en comparación con cualquier otro día del año.
El solsticio de invierno, en cambio, es cuando el
Sol se encuentra en su punto mínimo en relación al eje de rotación
terrestre. Esto da como resultado el día más corto del año, el de menos
horas de luz solar y más noche.
La palabra solsticio proviene del latín sostitium, significa sol quieto y es un término de la astronomía que
se usa para describir la inclinación de la tierra relacionada a la
posición del Sol. El solsticio de verano ocurre en el hemisferio norte
el 22 de junio y el de invierno el 22 de diciembre. Y estos son,
respectivamente, el día más largo y el más corto del año.
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